Ignacio Zuloaga y la España negra.

Tradicionalmente cuando hablamos de Ignacio Zuloaga lo hacemos del pintor de la España negra, reseca y áspera que contrasta con su coetáneo J. Sorolla, artista de luminosos y amables temas. Ambas esencias no son plenamente reales, en la España de finales del s. XIX había luces y sombras, en dos artistas que disfrutaron en vida de éxito internacional. Desde 1990 no se ha realizado ninguna exposición del pintor vasco, tan solo algún acercamiento a su persona. Zuloaga ha caído en cierto ostracismo, por ello hace unos años el Museo de BB.AA Bilbao planteo una revisión exhaustiva de su biografía, poniendo en valor la trascendencia e internacionalidad del pintor.

De las 810 obras catalogadas en los años 50 se ha pasado a un centenar, el Museo de Bilbao expuso el pasado mes de Octubre un centenar de ellas. En esta muestra pudo verse cerca de un 60% de obras inéditas, algunas de ellas cedidas por la familia y colecciones privadas. En esta muestra diferenciamos tres etapas con tres Zuloagas claramente definidos por sus estancias y experiencias en vida.

Su 1ª etapa parisina (1878-1898) cuando se instala en Montmatre donde su obra bebe del impresionismo, el simbolismo y el naturalismo. En 1898 lcon una 2ª etapa, cuando viaja a Segovia donde su pintura da un giro radical, allí se interesa por una pintura con mayor esencia de la tierra y las costumbres de los pueblos de Castilla. Mostrándose heredero de los grandes de la pintura española (El Greco, Ribera, D. Velázquez, Goya...) que marcaran en esencia su pintura. A esta etapa pertenecen sus gitanas, vagabundos, picadores, prostitutas, bailarinas, cupletistas...

Y su etapa final, que se centra en retratos de personajes de la alta sociedad e intelectuales (M. Falla, Azorín, Ortega y Gasset...), y donde el artista coquetea con el franquismo. Zuloaga no se incorporó a la estructura organizativa del franquismo, pero si estuvo en su hoja de ruta aceptando nombramientos y relación con altos cargos del régimen. También al Régimen lo utilizó para su propaganda, pero Zuloaga era un gran estratega y aprovecho esa oportunidad para promocionar su pintura. No aparecen en la exposición algunos retratos de la época, como el retrato de Franco, Millán Astray o Serrano Suñer. Tampoco aparece en la muestra la famosa fotografía en la que Hitler recibe como obsequio 3 obras de Zuloaga en 1939 en la Cancillería presidencial. Sí esta expuesto el de José Mª Huarte con uniforme militar que es la única pieza donde aparece alguien cercano a la dictadura franquista.

En 1938 estuvo presente en la Bienal de Venecia, medida contrapuesta a la presencia en el pabellón de la República del Guernica en París un año antes.

Su éxito internacional contrastaba con sus desencuentros con el entramado artístico español. Hasta 1926 no se le dedica una monográfica en Madrid. Irritó a las instituciones y sus dirigentes, a los certámenes artísticos y sus jurados, a críticos de arte y a la opinión pública. Le acusaban de dar en sus pinturas una imagen pesimista de una España que se deteriora tras la pérdida de las colonias. Su obra era objeto de discrepancias y acalorados debates. Llegaron a acusarle de antiespañol, de ser un falsificador de España y de que su pintura era antipatriótica. Otros, en cambio, creían que su obra es el mejor ensayo de psicología nacional hecho nunca en nuestro país. 

Pese a todo ello I. Zuluoga es una figura esencial en la nueva figuración española de la 1ª Mitad del S. XX, y es necesario entender el desarrollo de su obra, rehuyendo de prejuicios políticos sobre su persona, valorando estríctamente sus obras como piezas de primer nivel artístico.

Museo Bilbao. Un recorrido Zuloaga

Cultural ABC

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