La muestra exhibe 240 bocetos en el Museo Sorolla de Madrid hasta el 29 de septiembre.

Sorolla y el impresionismo es una muestra de preocupación por la pintura, el color y la luz, pero sobre todo la captación temporal, el instante preciso a recordar. Esa impresión la detallaba con una buena herramienta, el boceto. Se conservan de él más de 2000 pequeñas pinturas al óleo que no superan los 20 cms, manchas que detienen el tiempo y emanan libertad.

Sorolla propone en estas pinturas impresiones rápidas, frescas y espontáneas que acompaña con bocetos. Estas obras pertenecen a regalos a familia y amigos, ensayos y esbozos de trabajos planificados, e incluso obras pintadas por el simple placer de pintar. Durante años estuvieron expuestas en las paredes de su estudio, algunas expuestas al público y otras vendidas posteriormente.

Las tres comisarías de la muestra, nos cuentan que muchos de estos estudios se establecen como laboratorio para practicar fórmulas, que luego plasmaría en grandes lienzos. Aquí las imagen se adelanta al pensamiento, el instante y el momento, atrapa inesperadamente lo que sucede. Como decía M. Mauclair: "Encierra en pocos centímetros cuadrados toda la brisa marina, toda la magia huidiza del Mediterráneo... (1906)

'Playa de Valencia' (1892), un óleo de 23 x 32 centímetros de Sorolla.
'Playa de Valencia' (1892), un óleo de 23 x 32 centímetros de Sorolla.

Momentos y captaciones de un genio en la captación del tiempo

Estas vivencias de Sorolla son anotaciones valientes y arriesgadas, en un ejercicio sin pretensiones, no hay arrepentimientos todo surge de la rapidez y lo inmediato. En algunas fotografías se podía ver al artista con sus grandes lienzos, sus pinturas al aire libre, pero también con una acaja de apuntes. Este será elemento indispensable en sus paseos, en ella contenía sus colores, sujetaba la tabla para pintar usándolo como paleta.

Como los impresionistas franceses, Sorolla se ha convertido en el maestro del instante, él mismo escribe: cuanto se pierde, fugaz, que no vuelve al encontrarse! -  Tengo hambre de pintar!.  Con estas pequeñas-grandes obras el pintor obtenía como pruebas fotográficas, también un fin en sí mismas-. A finales del s. XIX el pequeño formato cobra importancia en el mercado internacional, y Sorolla supera el concepto de obra preparatoria para adquirir una connotación definitiva.

La luz, dijeron los que allí pasaron, resbalaba sobre millares de tablillas que tapizaban y encantaban las paredes de aquel delicioso retiro. En una foto conservada de 1897 puede verse dicha pared cubierta de apuntes. Esta exposición es por tanto uno de los acontecimientos artísticos más notables del año, porque constituyen parte de la esencia creadora del artista, sin la cual no podría entenderse su obra. Tal y como él afirmaba:
“Mis estudios al aire libre no admiten una ejecución larga. Siento que si tuviera que pintar despacio no podría pintar nada en absoluto”.

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